B) Trayectoria laboral en Los Angeles.
“DE NOCHISTLAN, ZACATECAS A LOS ANGELES, CALIFORNIA” Cronica de una familia transnacional de tres generaciones.
La experiencia de trabajo en Ferrocarriles fue una escuela que educó a mi abuelo
en todos los aspectos de su vida. El primer lugar, él se inició poniendo los rieles de
las vías, con mantenimiento, limpieza y reparación de vías férreas. Permaneció en
ese trabajo aproximadamente dos años, desde 1925 hasta 1927. Luego lo
ascendieron a coordinador de cuadrilla, donde permaneció hasta principios de 1930.
Fue eso algo que logró después de haber recibido y aprobado todas sus
capacitaciones y clases para el mejoramiento profesional de su trabajo. Aprendió,
al mismo tiempo, el idioma inglés. Este hecho fue fundamental en la decisión de la
compañía para ascenderlo a un trabajo mejor.
Sin duda el idioma inglés le abrió las puertas para alcanzar un ascenso en su
trabajo. También, de manera cultural, le dio un mayor respeto frente a la comunidad
migrante trabajadora al interior y fuera de la compañía, abriéndole las puertas para
conocer la historia de EE.UU., la historia de México y la historia y cultura universal.
La educación que recibió le permitió tener una mejor comunicación también con su
comunidad de origen, porque podía entender mejor su rol de hijo, de hermano, de
amigo y comprender mejor el carácter humano de la sociedad y de la humanidad.
Ahora sentaría sobre rieles de acero, el camino y construcción de una familia
transnacional.
Se dice que los mexicanos fueron imprescindibles, decisivos y determinantes para
el desarrollo de luchas sociales tanto de EE.UU. como de México a principios del
siglo XX. Los inmigrantes mexicanos habían vivido la experiencia de la Revolución
y, como observó Adolfo Gilly, “a través de ella acumularon vasta experiencia y
conciencia”. Los recuerdos, aún frescos, de matanzas despiadadas se conjugaban
con las relaciones personales y aspiraciones de una revolución a favor del cambio
social. Había divisiones permanentes entre mexicanos que habían nacido de la
revolución y los veteranos de distintos bandos. Al calor de frecuentes discusiones,
en los centros laborales, las calles y plazas, se revivían viejas batallas. Para esa
generación, la Revolución fue una experiencia formativa (Manuel Gamio, El
inmigrante mexicano).
Sin duda, el hecho de lo que mi abuelo vivió durante la etapa de la Revolución
Mexicana en su lugar de origen contribuyó a una mayor fortaleza y seguridad de su
pensamiento, conjugado a la vida social y comunitaria de Los Angeles, Ca., como
lo narra Manuel Gamio. Eran elementos culturales y vivencias que ayudaron a un
mejor desenvolvimiento y ascenso en su trabajo dentro de la compañía del
ferrocarril. Hablaba y escribía muy buen español, ventaja que llevaba desde México.
No muchas personas sabían leer y escribir.
A la persona que sabía leer y escribir por lo regular le dejaban más
responsabilidades y tenían una ventaja más para ascender en los trabajos que otros
que no sabían hacerlo. Esto hacía que se tuviera más contacto y comunicación con
los patrones, quienes también por la necesidad presionaban a sus empleados a
aprender también el inglés. Es esta influencia o ventaja que permitió a mi abuelo
ascender de manera significativa en su trabajo hasta el día que éste se escanció a
la llegada de la crisis económica de 1929.
Cuando se pensaba que estaba logrando éxito en su trabajo y consolidándose como
un buen trabajador dentro de la compañía, de repente se vino una situación
económica difícil no sólo para la compañía, sino también para todo EE.UU.: la crisis
económica de 1929. Este fenómeno económico, político y social conocido también
como La Gran Depresión obligó a muchas compañías a cerrar sus puertas y a
despedir a cientos de trabajadores. Este fenómeno afectó a mi abuelo, obligándolo
a regresar a su tierra, el año de 1930.
A su regreso a su tierra natal, continuó con sus actividades de campesino: su
dedicación a la cría de ganado vacuno y a la siembra de maíz, frijol, haba, chícharos,
calabaza y patolas; pero ahora ya bajo un nuevo rol de ferroviario que había puesto
los rieles para la construcción de una familia transnacional.
social. Había divisiones permanentes entre mexicanos que habían nacido de la
revolución y los veteranos de distintos bandos. Al calor de frecuentes discusiones,
en los centros laborales, las calles y plazas, se revivían viejas batallas. Para esa
generación, la Revolución fue una experiencia formativa (Manuel Gamio, El
inmigrante mexicano).
Sin duda, el hecho de lo que mi abuelo vivió durante la etapa de la Revolución
Mexicana en su lugar de origen contribuyó a una mayor fortaleza y seguridad de su
pensamiento, conjugado a la vida social y comunitaria de Los Angeles, Ca., como
lo narra Manuel Gamio. Eran elementos culturales y vivencias que ayudaron a un
mejor desenvolvimiento y ascenso en su trabajo dentro de la compañía del
ferrocarril. Hablaba y escribía muy buen español, ventaja que llevaba desde México.
No muchas personas sabían leer y escribir.
A la persona que sabía leer y escribir por lo regular le dejaban más responsabilidades y tenían una ventaja más para ascender en los trabajos que otros que no sabían hacerlo. Esto hacía que se tuviera más contacto y comunicación con los patrones, quienes también por la necesidad presionaban a sus empleados a aprender también el inglés. Es esta influencia o ventaja que permitió a mi abuelo ascender de manera significativa en su trabajo hasta el día que éste se escanció a
la llegada de la crisis económica de 1929.
Cuando se pensaba que estaba logrando éxito en su trabajo y consolidándose como
un buen trabajador dentro de la compañía, de repente se vino una situación económica difícil no sólo para la compañía, sino también para todo EE.UU.: la crisis económica de 1929. Este fenómeno económico, político y social conocido también como La Gran Depresión obligó a muchas compañías a cerrar sus puertas y a despedir a cientos de trabajadores. Este fenómeno afectó a mi abuelo, obligándolo a regresar a su tierra, el año de 1930.
A su regreso a su tierra natal, continuó con sus actividades de campesino: su
dedicación a la cría de ganado vacuno y a la siembra de maíz, frijol, haba, chícharos,
calabaza y patolas; pero ahora ya bajo un nuevo rol de ferroviario que había puesto
los rieles para la construcción de una familia transnacional.
Por Julian Macias Duran.