F) Impacto socioeconómico de la experiencia de Vicente Macías en EE.UU. ( PARTE 1)
“DE NOCHISTLAN, ZACATECAS A LOS ANGELES CALIFORNIA” Cronica de una familia transnacional de tres generaciones.
El papel que jugó mi abuelo como migrante fue muy importante para su familia y su
comunidad, en términos del desarrollo en su comunidad. Aunque sabemos que
podemos contribuir a mejorar nuestro entorno de manera gradual, estamos
conscientes de que nadie por sí solo transforma su región o su comunidad, sino que
es necesaria la participación de cada persona, de cada familia, de que todos aporten
también su granito de arena.
Con todo, obtener recursos económicos del esfuerzo y sacrificios en EE.UU.
permitió principalmente en la familia que se tuviera una vida un poco más
desahogada. Por ejemplo, se cambió la manera de vestir en la familia, por ropitas
más buenas. Anteriormente se usaba mucho el huarache y calzón de manta. No era
malo, pero ahora se podía calzar con zapatos y vestir con otra clase de ropa. Se
mejoró la dieta alimenticia. Antes de ir a EE.UU., no se contaba con suficiente
ganado para poder vivir con ello. Ahora se pudo comprar más ganado y de esa
manera se aumentó la producción de leche y queso, actividad a la que
tradicionalmente se dedicaba la familia. No se contaba con suficiente agostadero
para pastar al ganado. Se amplió el terreno de agostadero y de sembradío, al
comprar más terreno. Debo asentar, incluso, que, cuando mi abuelo se fue al Norte,
fue precisamente por una deuda de 5,000 pesos por la que se tenía embargado el
terreno de su padre Miguel Macías. Fue ésa una situación que los llevó casi al punto
de perderlo todo, sin ninguna esperanza. La emigración por esa causa vino a
fortalecer la economía de la familia. Conservaron su terreno “El Potrero”, como ellos
le llamaban.
Por otro lado, ya más relacionado con la comunidad Los Adobes, vivían otras
familias muy pobrecitas, que no tenían terreno propio donde tenían sus jacalitos. Mi
abuelo les mandó dinero para que compraran un pedazo de terreno donde pudieran
fincar sus propias viviendas, que hasta la fecha conservan esas familias. El apoyo
fue para la familia de “Tacha”. Hoy, gran parte de la descendencia de esa familia
radica también en EE.UU. Se apoyó para el arreglo del Camino Real, que
atravesaba la comunidad, de Tlachichila a Nochistlán: la parte que tocaba ahí a las
comunidades Los Adobes, Cerro de San Miguel y otros ranchitos vecinos.
Mi abuelo fue también ejemplo y guía para que otros familiares y miembros de la
comunidad emigraran a EE.UU. Cuando esto ocurrió, después de varios años se
pudo observar cómo la economía de otras familias igualmente empezó a mejorar, o
ellos a vivir de modo un poco diferente.
Y, como toda situación donde se manifiesta dinero, también se generan problemas.
Posteriormente vendrían los problemas de las herencias, que fueron causa también
de conflictos familiares. Un tío de mi abuelo, don Feliciano Macías, hermano de su
papá Miguel Macías, nunca se casó y no tenía familia, pero tenía mucho ganado,
terreno y dinero. De hecho, mi abuelo Vicente Macías le había mandado para que
invirtiera en ganado. Entonces, cuando don Feliciano estaba grave, muriendo, le
dijo a una hermana, doña Margarita Macías, que repartiera todo lo que tenía a sus
hermanos, por partes iguales. Y lo que hizo doña Margarita fue llevar a su sobrino
Felipe Macías, a quien había criado como hijo adoptivo, para que arreglara todo en
beneficio de éste.
Felipe Macías era hijo de don José Macías, hermano de su papá de mi abuelo don
Miguel. A don José lo mató un revolucionario en una fiesta en Tlachichila,
Nochistlán. En esa fiesta estaba tocando el grupo de tío Lorenzo “Pitacoche”, primo
de su mamá Andrea. Había un disgusto anterior porque, en una jugada de gallos, el
tío José había quitado un gallo al revolucionario y éste no había quedado a gusto.
Entonces el día de la fiesta ahí se encontraron y mató al tío José, dejando dos hijos
huérfanos: Felipe y otro hermano que crio su hermana Margarita.
La historia de estos hermanos, quizás por haber quedado huérfanos, no fue buena.
El hermano de Felipe Macías era cuatrero: robaba todo el ganado que podía.
También lo mataron en Tlachichila, por cuatrero.
Así que dentro de la familia no había muy buena amistad con estos parientes.
Entonces Felipe Macías, primo hermano de mi abuelo, con la mala voluntad y
apoyado por la desobediencia de doña Margarita para repartir la herencia de don
Feliciano Macías entre sus hermanos, como lo había indicado él, hereda
injustamente sólo a su sobrino adoptivo.
Al darse cuenta el resto de la familia lo que había hecho Felipe, apoyaron a mi
abuelo Vicente para que arreglara el asunto. Él se movió a la ciudad de Zacatecas
a exponer el problema, de donde obtuvo una respuesta positiva. Le dieron papeles
para que pudiera arreglar bien el asunto ahí en Nochistlán.
Enterado Felipe de que la herencia se repartiría de otra manera y ya no le tocaría
todo a él, como lo había hecho, planeó una trampa para quitar la vida a mi abuelo y
quedarse con todo el terreno, como ya lo había adelantado. Lo invitaron con el
pretexto de revisar bien los papeles supuestamente y acomodar bien las partes de
linderos y cómo acomodarían supuestamente todos los bienes repartidos. Con ese
pretexto se llevaron a mi abuelo a Nochistlán, engañándolo que se llevara los
papeles que le habían dado en Zacatecas. Le hicieron una cena en casa de doña
Toña, tía de ellos, que vendía cena en Nochistlán. Le sirvieron caldo de res con
sopa de arroz y en ella le pusieron una hierba venenosa conocida como “tapate”,
para supuestamente terminar con la vida de mi abuelo.
La reacción fue inmediata: perdió el conocimiento. Le quitaron todos los documentos
que llevaba: sus papeles, identificaciones y todo. Otras familias que también
estaban ahí lo llevaron con un doctor de nombre Raymundo, quien le dio una
medicina para que volviera lo que había comido. Fue un milagro, ya que iba muy
grave: pero el caso fue que lo controló. La situación fue que mi abuelo ya no quedó
bien de sus facultades mentales. Le habían quitado toda la documentación que
llevaba. Eso lo utilizaron para apropiarse de todo el terreno y quitar a mi abuelo toda
la parte que le habían heredado y arreglado en Zacatecas.
Este hecho que dejó a mi abuelo imposibilitado para muchas cosas, entre ellas el
arreglo de negocios, ocurrió en 1950. Lo primero fue que ya no logró acudir con el
Por Julian Macias Duran
“DE NOCHISTLAN, ZACATECAS A LOS ANGELES, CALIFORNIA” Cronica de una familia transnacional de tres generaciones ( Parte 2)
juez a la Presidencia Municipal, cita que atendería a la semana siguiente,
relacionada con ese asunto. De con el Doctor Raymundo se fue con su hermana
Atanasia unos días. Luego pasó para con su familia, pero ya enfermo.
De este modo, el tal Felipe Macías terminó con la autoridad legal para enajenar la
tierra a la persona con la que ya había estado teniendo arreglos. Era un vecino de
la familia interesado en el terreno, señor Pablo Aguayo, de acuerdo y cómplice de
las maldades planeadas junto con Felipe, con el interés de quedarse con toda esa
tierra. Entre la familia de mi abuelo Vicente y la familia de Pablo Aguayo, vecinos y
colindantes ambos, ya había problemas viejos.
Resulta que mi bisabuelo Miguel Macías había sembrado un corralito cerca a su
casa de avena, en mayo, cuando todo está seco. Mi bisabuelito estaba ya muy
avanzadito y con mucho sacrificio regaba, con baldes de agua de un bordo que está
ahí cerca en el rancho, su corralito de avena. Estaba verde y muy bonita su avena.
Entonces el señor Pablo Aguayo tumbó la cerca del corral y metió una yunta de
bueyes para que se comieran la avena. Cuando mi bisabuelito se da cuenta del
perjuicio, se enoja mucho. De ese coraje le da un infarto y muere. Entonces las
cosas quedaron muy mal con esa familia.
Ésa fue una situación que en el futuro llevaría a la familia de mi abuelo Vicente
Macías a una enemistad de siempre. Incluso, en 2004, un nieto de este señor Pablo
Aguayo, un tal Armando Aguayo, hijo de J. Guadalupe Aguayo, con arma de fuego
deja herido a mi tío Álvaro Macías, tirado en el campo, ahí en la comunidad Los
Adobes. Álvaro era el hijo menor de mi abuelo Vicente, quien también fue migrante
junto con mis demás tíos.
Debido a estas heridas de bala, se tuvo que internar en un hospital de Guadalajara.
Por su gravedad, ahí en Nochistlán no quisieron atenderlo. Por eso y porque estaba
herido de bala: no lo atenderían hasta que se hiciera una investigación. Por la
gravedad lo tuve que mover a Guadalajara urgentemente. Personalmente me tocó
levantarlo en el rancho y llevarlo de emergencia a Guadalajara. Aunque se le dio
atención médica, Álvaro Macías, mi tío, murió días después, debido a esas heridas
y daños provocados por el arma de fuego de ese camarada Armando Aguayo en
2004.
En este accidente hubo otras personas que participaron: un señor de nombre
Gonzalo Durán, vecino del rancho, fue el causante. Mi tío Álvaro andaba limpiando
de hierba el Camino Real, y ese señor Gonzalo Duran fue a decirle a Armando: “A
que no te animas a darle un susto a Álvaro”, sabiendo ya de los antecedentes viejos
de enemistad. Así que Gonzalo fue quien provocó este lamentable hecho.
Considerando los acontecimientos y antecedentes de conflicto ya entre familias,
Felipe Macías aprovechó el dinero que ofreció Pablo Aguayo y el conflicto entre la
familia para venderle toda esa herencia, de una manera amañada. Primero, se robó
toda la herencia que era y pertenecía a sus tíos, entre ellos a mi abuelo, y luego
vendió todo para quedarse con el dinero.
Este acontecimiento e intento de envenenamiento hacia mi abuelo Vicente Macías
le descontroló su pensamiento y capacidad mental y por lo tanto también el
liderazgo que había logrado como un migrante exitoso y de respeto en la
comunidad. Sin embargo, continuó con su vida y su familia siguió trabajando en las
actividades agrícolas que por generaciones se hacían en la comunidad y en la
familia, de una manera desahogada, sin tantos sacrificios económicos, gracias a
sus ahorros y a sus pequeñas compras de terreno y de ganado que se hicieron con
las remesas familiares.
Este hecho lamentable en la vida de mi abuelo Vicente provocó que perdiera sus
beneficios de EE.UU., al haberle impedido continuar haciendo su vida de norteño o
migrante hacia ese país. Aunque como ferroviario dejó bien sentados los rieles para
que una familia transnacional continuara su camino y luchara por una mejor vida.
Sus hijos y su hermano José Macías ahora continuarían por las vías férreas
manejando la locomotora del tranvía de la familia transnacional que mi abuelo
Vicente les dejó instaladas, con los mejores rieles y durmientes sin peligro alguno a
descarrilarse, para ir a trabajar a EE.UU. Siguieron el mismo rumbo y camino al
Norte, hecho que fortalecería aun más el impacto económico en la familia y en la
comunidad, para seguir mejorando su manera de vivir.
Por Julian Macias Duran