A) La inserción laboral y social en Los Angeles.
“DE NOCHISTLAN, ZACATECAS A LOS ANGELES, CALIFORNIA” Cronica de una familia transnacional de tres generaciones.
Buscando trabajo
Como ya asenté, luego de algunos días de haber llegado a Los Angeles, muy cerca
de la Placita Olvera había oficinas improvisadas de enganchadores de trabajadores.
En ese lugar, mi abuelo conoce a un amigo en las mismas condiciones que él, sin
familiares ni conocidos, los dos buscando ser contratados. Luego de unos días se
les contrata para trabajar en el ferrocarril. En la primera semana de trabajo buscaron
un lugar seguro para vivir, lugar en el que vivieron aproximadamente dos años, sin
problemas y seguros para no dormir al aire libre.
Luego de que ya tenían su trabajo en la compañía de ferrocarriles, se iniciaron
poniendo rieles en las vías férreas. Un trabajo bastante duro y pesado, con largas
jornadas de trabajo. Muchas veces mi abuelo tenía que salir a reparar y limpiar vías
lejos de Los Angeles. Su salario oscilaba entre 15 y 20 dólares por semana. Se
utilizaban materiales muy pesados y muchas veces difíciles de manipular. Y así
ocurrió la vida como por más o menos dos años. La única convivencia eran sus
compañeros de trabajo: en los días de descanso solían reunirse para platicar o
comer. No había muchos espacios de tiempo como para salir a convivir. Parte de la
convivencia y vida social era con los mismos compañeros de trabajo de ferrocarriles,
cuando se realizaban reuniones de trabajo o de orientación para una mejor
preparación de su actividad laboral. Entonces eran los momentos de hacer sus
conexiones y amistades con compañeros de trabajo.
Lo que no se esperaba.
Era una tarde noche cuando mi abuelo salió a una tiendita a comprar leche y algo para cenar, sin imaginar que al regresar al apartamento vería a su amigo apuñalado
en el pecho, lo que le provocaría la muerte. Mi abuelo estimaba mucho a su amigo,
debido a todo lo que habían vivido a su llegada a EE.UU. y la amistad que habían
hecho. Este lamentable hecho afectó mucho a mi abuelo. Lo sintió y le dolió mucho
la muerte de su amigo.
Para Manuel Gamio, en El Inmigrante Mexicano, en esta época los mexicanos en
Los Angeles, al igual que en otras zonas, trataban de mejorar la pésima situación
que padecían y de proporcionar un poco de seguridad a sus familias. Alcanzaban
cierto nivel cierto nivel de estabilidad gracias a las redes sociales familiares y a sus
organizaciones sociales, mutualistas y sindicales. Estas relaciones de dependencia
mutua y de reciprocidad eran indispensables para su sobrevivencia.
Como reconoció Gamio, los inmigrantes institucionalizaron el mutualismo.
Reuniendo dinero entre la comunidad y confinando sus escasos recursos a este tipo
de sociedades, se dotaban de servicios funerarios, seguros médicos y de vida y
otros beneficios. La membresía era amplia, constituida principalmente por
trabajadores, así como algunos pequeños comerciantes y contratistas.
Estas organizaciones eran fiel reflejo de la composición social de las comunidades
inmigrantes. Las cuotas de las organizaciones mutualistas eran bajas y actuaban más por ideas de asistencia mutua que por interpretaciones estrictas sobre
membresía. Por lo general ayudaban a los indigentes, proporcionándoles asistencia
médica, transporte a México o gastos funerarios y aceptaban como miembros a los
enfermos y moribundos.
Ésta fue la realidad social a la que se enfrentó mi abuelo a su llegada a Los Angeles,
Ca. Lo que le hizo vivir más o menos cierta estabilidad y con posibilidades de ayudar
a su familia en México fue el hecho de que, desde su llegada, pudo encontrar trabajo
sin tanto problema. Mantuvo ese trabajo todo el tiempo que permaneció en Los
Angeles, durante el período de 1925 a 1930.
Es así como mi abuelo Vicente Macías puso, como ferroviario, los primeros rieles para la construcción de una familia transnacional. En el futuro servirían como base para el ir y venir de sus familiares y también de amigos.
Por Julian Macias Duran.